martes, 20 de octubre de 2009

cuentos



El que espera , desespera.
Laura -Hola má-
Julia - Hola hija, llegaste temprano. Ayudáme con la ensalada-
L -¿Y papá donde está? Así le doy el regalo-
J - ¡Mirá, no sé… siempre que tiene que dar una mano se encierra en el baño y no sale más ¿… viniste sola?-
L - Si, Osvaldo viene más tarde… má ¿Le comentaste algo?-
J - ¡No! Para qué… mejor esperemos a que pase su cumpleaños y después si estás segura se lo decimos.-
L - ¡Yo estoy muy segura! Ya te dije: voy a vivir sola...-
J - Sola no Laura, te vas a vivir con Osvaldo-
L - Ya tengo en vista el mono ambiente… solo falta que papá firme la garantía.-
J - Y te dé la plata para el deposito, los meses adelantados, el mes de…-
L - ¡Yo se lo voy a devolver!-
J -¡Ah! Entonces ya consiguió trabajo tu novio.-
L -¡¡¡Siempre lo mismo!!! ¡Te interesa más la plata que mi felicidad! Nosotros nos amamos y vamos a salir adelante. ¡Papá si me comprende!-
J - “No se puede vivir del amor, le dijo un soldado romano a Dios”…Timbreeeee! ¡Claudio podés atender!... ¡Magalíiiii! Atendé por favor…-
Magalí -¡No puedo má, estoy en el baño! –
J - Lau ¡¿Te pesa los anillos hija?! ¡Se me pasa el pollo! ¿Por que no me haces la gauchada?-
L - Estoy con la ensalada, má ¿Cómo querés que haga?-
J - ¡Todo yo, todo yo!, Hola Juan ¿Cómo le va? –
Juan - Que tal Julita. Aquí le traje un vinito al cumpleañero-
J - Pase siéntese, déjelo por ahí, que no sé donde se metió ¡Claudiooooooo! Llegó el Juan (Espero que este pesado no se me venga a instalar aquí en la cocina de nuevo, después el otro me culpa a mí de que le doy charla… nunca me gusto que siguieran siendo amigos, pensar que hice todo lo posible para que Claudio se alejara de él… es tan… raro) ya le sirvo algo para tomar-
L - Maguí, ¡andá a peinarte! Parecés Colón con el pelo así-
M - ¡Ufa!, má mirá lo que me dice la Laura…-
JU -¿Como anda? (¡Qué linda que está por favor! Los años cada vez la ponen mas interesante… y pesar que yo la conocí antes que Claudio… ¡Qué tarado como la dejé escapar!) ¿Le ayudo en algo, le doy una manito…?-
J - ¡No, no! Gracias… vaya siéntese en el comedor, enseguida llegan mis suegros-
JU - Veo que le cortó el pelo a la nena, le queda lindo… la mocosa es tan linda como la madre-
J - No fue por voluntad propia, un compañerito… malvado… ¡Un piojoso de mierda! Con perdón de la palabra, le metió un tijeretazo, y no me quedó otra-
JU - No importa, le queda precioso, igual a como lo tenías… perdón como lo tenía usted cuando la conocí-
J - ¡Por favor, Juan!… no me ponga nerviosa… eso pasó hace muchos tiempo… yo era una mocosita… si usted insiste se va a enterar el Claudio… ¡No me acose! Vaya a sentarse ya –
JU - ¡Jamás, haría algo para ponerla mal! Sabe bien que la amo como le dije el otro día… nunca la pude olvidar-
J - Bueno, pero ya olvídeme... ¿Vio?... esto no tiene sentido… ¡¿Claudio?! ¿Dónde te habías metido?-
Claudio - ¿Cómo estás Juan? –
JU - Feliz cumpleaños, le comentaba a tu mujer que te traje un tintito de pura cepa…-
C - Si… Si ya lo creo, andá a sentarte, ahora voy-
J -¿Adónde te habías metido vos? Yo acá sola con todo-
C - Te dije que iba a buscar a los viejos…Que raro no los voy a encontrar chu chu chu a ustedes dos. Que tantos secretos tendrán.-
J - ¡No empeces Claudio… no empeces!-
C - Y bueno, el que nace para corneta nunca llega a ser trombón.-
J - ¿¡Que refrán es ese!? Andá, deja de hablar tonterías y serviles el vermú a tus papás, ahí tenés los maníes arriba de la heladera.-
C - Quiere decir que soy un cornudo ¡Eso quiere decir! .Para peor ¡Le debo a este tarado tanta guita! Que si no, le metía una patada en el culo.-
J -¡Timbreeeeeeeeee! Maguí preguntá quien es antes de abrir la puerta.-
L - Yo abro má, debe ser Osvaldo…te dije… hola amor.-
J - Pasen a la mesa, vamos chicos, vamos a comer si no se va a hacer tarde, dale Claudio ó se pasa el pollo-
C - … Y bueno, que se le va a hacer… Andá a sentarte a mi lado Colón. ¿Dónde dejaste las carabelas? jajaja.-
M -. ¡Máaa! Papá me está cargando por el pelo.-

L - (Voy a esperar después que corte la torta, para decirle que me mudo, ¿Me prestará la plata? Espero que sí, ¡Me quiero mudar! , ya tengo veintiuno… y si no me la presta ¡No le hablo más!... ¿Cuando les digo que estoy embarazada? Tendría que habérselo dicho a mamá primero… mejor espero a mañana que todo va a estar más calmo) Osvaldo, abrí la sidra, voy a ayudar con la torta.-
Osvaldo - ¡Qué bueno loco!… está todo recool, loco, suegro permítame un brindis, por usted, por Julia, se los ve rebien, loco, se nota que se reaman, y le digo que a mi me encantaría que alguna vez, tengamos esa re- química con Lauri-
C - Se te “re agradece”, salud-
O - Ah, también quiero brindar, por algo repiola que nos está pasando, y lo queremos compartir con ustedes…-
L - Ahora no, Osvi… -
O - NO sí, ahora loca, es el remomento, vamos a brindar por que nos vamos a vivir juntos con Laurita y también: porque van ser abuelos, No ta´piola? … ¡Salud!-
SILVIA OLIVER.

viernes, 2 de octubre de 2009


BENDITA INOCENCIA

Mora no era tacaña de besos… el problema es que se acababan y ella no los quería desperdiciar.
Cuando pequeña se enteró en una charla que uno nace con cierta cantidad de besos y que por ese motivo no era cuestión de andar regalándolos porque sí.

-¿Estás segura Anita? ¿Quién te lo dijo tu mamá?-
-¡No, mamá no! Me lo dijo mi hermana, le pedí un beso y me contestó que no lo iba a desperdiciar conmigo. Y eso es porque lo tenemos contados ¡¿Me entendés?!-
-¿Y cuantos besos tenemos para dar?-
-¡Qué se yo, como diez mil!-
-¿Y para cuantos días te alcanza?-
- Depende de cuantos des por día. Por eso te digo, hay que cuidarlos, yo por ejemplo no le doy a nadie, cuando viene mi abuela y me dice “¡Venga mi chiquita, venga dele un besito a su abuelita!” Finjo, pego mi mejilla a la de ella y ya está, como es sorda no se entera si hice ruidito o no-
- ¿Y para que lo guardás?-
-¡¿Cómo para qué?! Para cuando tenga novio ¡Se los regalaré todos a él! –
- Tenés razón, yo los voy a guardar para mis hijos, así si ellos no me los dan a mi y los atesoran para otra cosa ¡Yo sí tendré para ellos!-

Y los años pasaron, Mora creció, se enteró que los besos no vienen contados, pero la costumbre ya la tenía arraigada.
No le faltó ocasión, el amor varias veces quiso entrar en su vida… pero ella no le abrió la puerta, tal vez no se lo permitió su tacañería.
Sin ir más lejos, yo siempre le di la oportunidad: desde que la vi me enamoré. Más de una vez quise pedirle un beso pero tuve miedo a que Mora se negara ¿Por qué los malgastaría conmigo?
Guardé en mi memoria los besos, mejor dicho, la idea de cómo serían, adiviné su aroma transparente, imagine su sabor frío, sus púas cinceladas se encargaron de tatuarme en el recuerdo el color del amor, ¡Eso sí! Toda su actitud siempre me dejo claro que iba a ser difícil poder manifestarle mis emociones hacia ella.
A Mora le pasaron los años y le quedaron sus besos acumulados, la vida no le procuró hijos en quien depositar semejante tesoro.
En cuanto a mi persona, el día que me despedí ocurrió por primera vez el milagro… me incliné en su féretro de roble y me dolieron los labios al tomar contacto con los de ella, olían a transparente y sabían a frio, el frío de pocos amores.
Tantas veces me arrepentí, en parte fue mía la culpa que no fuera desprendida de besos ¡Éramos tan chicas cuando tuvimos esa charla!


SILVIA OLIVER

Este cuento obtuvo 1° mención en el concurso de la Municipalidad de Lanús.



Maldito vicio
Dejé de fumar. Llevaba doce horas sin hacerlo. Estaba aburrida. Prendí la tele. Noticiero. Dibujos animados. Película. Película. Película. Ya la vi. Ya la vi. Ya la vi. Apagué la tele. Prendí la radio. Interferencias. Apague la radio. Me levanté. Resbalé y caí. El perro cagó al lado de mi cama. Salí del dormitorio. Saltando en un pié salí. Cerré la puerta. Me quedé con el picaporte en la mano. Seguí saltando en un pie hasta el baño. Abrí la ducha. Me metí. El agua salía hirviendo. Después muy fría. Acto seguido dejo de salir. Me sequé enjabonada. Sentí que me estiraba la piel. Se acabó la crema de cuerpo. Fui hasta la cocina. Saqué una taza. Me serví café. Estaba frío. Lo puse un minuto a calentar en el microondas. Se corto la luz a los diez segundos. Apoyé la taza en la mesada. Se derramó. El vaso con agua de la noche anterior se derramó. El café también. Busque los fósforos. Estaban mojados. Tanteé sobre la heladera. Encontré el encendedor. Prendí el encendedor. Busque las velas quedaba media. Me quemé con el encendedor. Prendí la vela. Apoyé el encendedor en la mesada. Volví al dormitorio. Quise abrir la puerta. Estaba trabada. Apoye la vela en el piso. Se cayó. No se apagó. Traté de abrir nuevamente. Imposible. Pateé la puerta. ¡Cuatro veces la pateé! La puerta cedió. Alce la vela. Camine con cuidado (para no pisar el regalito del perro). Agarré los cigarrillos. Saqué uno: en un momento especial uno no es nada. La ventana estaba abierta. Corría una brisa suave. Se transformó en un ventarrón. Apagó la vela. La puerta se volvió a cerrar. Seguía con el cigarrillo en la mano. Apagado. Le di una pitada al pedo. Empujé con todas mis fuerzas. La puerta firme. Me abalancé sobre ella. Crujió mi hombro. La puerta impenetrable. Propiné un segundo golpe. Me hice mierda esta vez. Logré mi objetivo. Tomé la vela apagada. Corrí torpemente hasta la cocina. Busqué en la mesada. Encontré el encendedor. Mojado. Resumen: cigarrillo apagado aún. La luz cortada. Decidí irme de allí. Saque las llaves de la cartera. La puse en la cerradura. Se trabó. Forcé un poco. Nada. Para un lado. Nada. Para el otro. Nada. Se rompió la llave dentro de la cerradura. Me largué a reír. Luego lloré. Respiré hondo. Me calmé. La luz no volvía. Caminé lento hasta el balcón. Corría una brisa suave. Abrí los brazos. Cerré los ojos. No tenía de quien despedirme. Respiré hondo. Salté. Caí en el toldo de la rotisería. Rodé. Me hice bosta en la vereda. Me quebré tres costillas y una pierna. La clavícula también (con la puerta)… Ayer no fue mi mejor día.
Dedicado a mi hermano, que a nuestra manera nos quisimos (te voy a extrañar)
NOSOTROS QUE NOS QUISIMOS TANTO

Olguita Mazzotti cerró la puerta de la calle y caminó varios pasos antes de caer redonda al suelo. Estaba furiosa le había dicho mil veces a su esposo que arreglara la vereda, intuía que algo así iba a pasar.
El accidente le sirvió para descansar, el yeso que le colocaron hasta la rodilla le impedía movilizarse fuera del departamento. Pasados los cuarenta y cinco días se lo quitaron y seguía sin poder bajar de las escaleras.
-¡Tenés que salir a caminar, si no te vas a quedar con la pata dura!-
-¡Sos un bestia! No te das cuenta que ni siquiera puedo apoyar el pié, seguro que el hueso quedó torcido y los animales, porque no son médicos, son animales, del Fiorito dicen que no es nada ¡Deberías acollararte con ellos, mirá! Claro te molesta ir a hacer las compras, por eso rezongas ¿¡Cómo hago para bajar dos pisos por las escaleras, me querés decir?!-
-¡Terca, terca, mil veces terca! Te hicieron radiografías y los médicos dicen que estás bien, lo único que tenés que hacer es empezar a caminar y masajearte la pata-
-¡Claro, porque no es tu pierna! Si no estarías en un solo grito. Y yo, la muy estúpida sirviéndote. Pero como la historia es al revés-
-¡Ma sí! Quedate encerrada nomás ¡Total… que me importa!... Y para que sepas no me molesta ir a comprar. Distinto ese tiempo es de alegría ¡Descanso de tu cara de traste por un momento!-
-¡Andáte! Mejor… yo descanso de vos ¡Cuarenta y siete años soportando tu mal humor! ¡Cuarenta y siete años! Al menos antes te ibas todos los días a trabajar, no te veía la cara durante todo el día… Pero desde que te jubilaron… ¡Si hay que tener aguante!... ¡Junto a vos me gané el cielo con las manos!-
- Mirá, me voy a comprar… ¡Porque si no!... ¡Un día de estos!-
- ¿Un día de estos qué? …¡Un día de estos qué!... Te vas a ir… ¡Jajá, no me hagas reír!... Donde vas a encontrar otra sirvienta… ¡Y no me dejes hablando sola, viejo loco!... Y no te olvides de mi yogurt.-
- ¡Yogurt con cianuro te voy a comprar!... ¡¡¡Cerrá la puerta con llave a ver si todavía entran ladrones y nos roban la tele!!!-
- ¡Viejo de mierda!, tenés más miedo que te roben la tele a que me peguen un palo y me maten.-

Hugo descendió las escaleras lentamente, emprendió el camino al supermercado. Tuvo cuidado de no pisar la baldosa floja, haber si todavía se caía el también.

-¡Qué arregle la vereda! Já… Ni que tuviera veinte años para estar arrodillado arreglando la vereda… Veinte años ¡Hay Dios, que tiempos aquellos! Como cambió el barrio todo era distinto, más fácil no, distinto nada más, salías con veinte guita y eras un pashá ¡Cuantas veces habré caminado por Agüero con veinte guita para las flores y el tranvía! La ruta le decían acortaba camino por las quintas para llegar a la esquina del mercado de ganado y ahí tomar el tranvía para el Doke ¡Quién diría! Todo esto era barro en cambio ahora, ni huellas, llegaba a casa enchastrado de barro hasta las rodillas y todo para ir a verla a ella. Pero valía la pena, que bonita era mi Dios ¡Y que inteligente! Tano testarudo el padre don Nicola que Dios lo tenga en la gloria y no lo suelte… y sí heredó la terquedad del viejo que le vamos a hacer yo era fuerte decidido a llevarme el mundo por delante… pero de su mano -¡Le entregué una joyita!- decía la tana y no se equivocó la Olga es de hierro ¿Qué sería de mí sin ella? tantas cosa pasamos miseria hambre dolor ¡y nunca una palabra! Soportaba todo sin quejarse tres mangos locos le traía nada más y hacía maravillas… Reconozco que gracias a su perseverancia el Huguito se recibió de dentista las noches en vela pasó cebándole mate para que no se quedara dormido ¡Qué tiempos aquellos! Hasta ahora es ahorrativa, con ciento veinte de jubilación y sigue haciendo maravillas… ¡Que sería de mi sin mi vieja!-

Olga le hizo caso al marido, se incorporó ayudándose con el bastón y fue a cerrar la puerta.

-¡Haber si le roban el televisor, viejo tacaño! Por una tele de mierda en blanco y negro, si fuera de color todavía… ¡Pero no! En el setenta lo compramos y todavía anda, si que salió buena lo compró con el aguinaldo y el premio de asistencia perfecta que le dieron en la fábrica… Cinco mil pesos costó ¡Qué alegría tenía el Huguito! Gritaba -¡Papá, papá, lo trajiste, menos mal! Hoy viene a cenar la Meche con sus viejos y es un papelón no tener una tele- …Y es claro la Meche era de buena posición si hasta ahora se le nota ese aire de ¡Qué se yo! El viejo estaba orgulloso de la compra sonreía y me miraba de reojo para ver que cara ponía era tan apuesto tan fuerte siempre desde que lo conocí supe que él era el hombre de mi vida cuando me abrazaba sentía hundirme en su pecho y sabía que a su lado nunca me iba a pasar nada y si… Siempre fue tan buen marido ¡Tan buen padre! Trabajaba doce catorce horas diarias para que nada nos faltara al Huguito y a mí tantas veces lloró en mis brazos porque los patrones no le daban el aumento yo lo consolaba… ¡No te preocupes, a mi me alcanza! Le decía… Y era verdad lo hacía alcanzar si a él el día le era corto para seguir trabajando ¡Que buen hombre fue siempre! No sé que sería de mi vida si me faltara…creo que no sabría respirar sin él.-

La caminata hasta el supermercado gigante donde iba diariamente para ahorrar en las compras ya le pesaba a Hugo. Se sentó en la plazoleta del medio de la avenida para descansar, desde unos días atrás sentía una molestia en el pecho y un cosquilleo en el brazo derecho, no le quiso comentar a Olga para que no se preocupara.
- Voy a tener que ir al médico – Pensó…después lo invadió un profundo dolor.
Solo reparó una terrible pesadez en los parpados.


SILVIA OLIVER


Este cuento recibió mención honorífica en el concurso de “La lagartija” de los talleres de Carlota Domínico.