viernes, 6 de noviembre de 2009

2° Premio de Cuentos R.E.I.A. 2009



AMISTAD
Él se lanzó a mi garganta con odio, con maldad,con fastidio y de un solo trazo la cortó de derecha a izquierda: fue así que morí desangrada.
Ya días anteriores me había dado cuenta: el abrecartas nunca estaba donde se suponía era su lugar, lo sabía buscar por largos ratos, horas inclusive, hasta que cansada abandonaba la tarea, me dirigía a realizar otras actividades y cuando regresaba a la sala, lo descubría,a veces sobre el escritorio, otras en el piso ó sobre algún estantede la biblioteca, bastaba con salir tan solo, cerrar la puerta y volver a entrar y allí, yacía inánime como loque era: un objeto más de decoración.
La tía Anastasia también me contó antes de morir (en alguna oportunidad), la rareza de ese objeto inútil, y el recelo que le causaba cuando estaba cerca- ¡Tiene vida propia!- Me dijo espantada.
Todo pasó una mañana de domingo luego de la hora del rezo, le serví el desayuno a los párrocos y me disponía a pasar rápido un trapo a los muebles de la sala de lectura, entré a las carreras como era habitual en mi y ahí lo vi, ¡El abrecartas parado sobre su base trasera comenzó a deslizarse por encima del escritorio, yo no podía creer lo que estaba sucediendo!, alcé mi cabeza pensando ingenuamente que algún hilo conductor lo sostenía, grande fué mi espanto al darme cuenta que las sospechas de tía Anastasia eran ciertas ¡Tenía vida!. quise salir a las carreras, mis piernas se entumecieron del miedo, retrocedí hasta topar con la biblioteca, el objeto saltaba de un mueble a otro con una habilidad se diría que casi humana ¡De pronto giré la cabeza a un costado y de reojo encontré al abrecartas apostado a mis espaldas sobre los estantes superiores, no habló, no tenía voz ni siquiera boca, pero adiviné sus intenciones sentí en ese momento que me deseaba y me odiaba a la vez! Su hoja realizada en el más puro cristal de Bacarat, tallada a mano, reflejó la luz del sol que se escurría entre las cortinas del ventanal, cuando se alzó para lanzarse sobre mi, destellos cristalinos me cegaron -No te odio... solo te necesito.- silbó en el aire.
Ahora, en ésta mi nueva forma, me hice amiga de él (no le guardo rencor) me contó que vive hace ciento y pico de años y que su padre (un viejo fraile místico y huraño) lo bautizó con el nombre de Juan, en honor a Juan el Bautista y que el primer Domingo de cada mes después de la hora del rezo, se encargaba de darle un baño de sangre, que conseguía facilmente de cualquier pordiosero que llegaba a la abadía por un plato de comida. POr la tarde el moje le pulía el mango de plata con las cenizas que sacaba de la salamandra.
Pasamos horas charlando y planificando el futuro: seré su asistente. Escuché que van a mudarse un matrimonio con una criatura para mi reemplazo, y se lo conté a él, Juan tiene un dilema, piensa si la sangre joven es igual ó más fresca... creo que debería probar.
SILVIA OLIVER